_
_
_
_
_

Travesura histórica de Verstappen

El holandés, de 18 años y recién ascendido a Red Bull, se convierte en el piloto más joven en ganar una carrera en el Mundial de F-1

Oriol Puigdemont
Max Verstappen celebra su triunfo en Montmeló.
Max Verstappen celebra su triunfo en Montmeló.Emilio Morenatti (AP)

Max Verstappen llegó a Barcelona a principios de la semana pasada sabiendo que todos los focos iban a concentrarse en él después de que Red Bull decidiera colocarle en su primer equipo en el lugar de Daniil Kvyat. Pero probablemente lo que no se imaginaba ni siquiera él, era que en su primera carrera con su nueva escudería iba a convertirse en el ganador más joven de siempre en la Fórmula 1. A sus 18 años, siete meses y 15 días, Verstappen ya es casi una leyenda de la especialidad, y por su forma de comportarse tanto dentro como fuera de la pista es prácticamente imposible adivinar hasta dónde puede llegar. Lo que hizo ayer fue una travesura histórica.

Más información
Kvyat: “Cuando me dijeron que iba a Toro Rosso fue un ‘shock’... pero seguí viendo ‘Juego de tronos”
Red Bull cambia sus cromos
Verstappen: “Esto es una jodida broma”
El genio del clan Verstappen

Por más que la maniobra suicida de Mercedes (Hanilton y Rosberg colisionaron en la primera vuelta cuando peleaban por el liderato) abrió la puerta a la machada, el chico de Hasselt no cometió el más mínimo en durante toda la prueba y así, con la precisión de un cirujano, le dio la razón a Helmut Marko, responsable del programa de desarrollo de corredores de la compañía y el gran impulsor de su promoción. De él dijo entonces que tenía destellos que le recordaban a Ayrton Senna y fueron muchos los que se partieron de la risa. Todo esos, hoy silban y miran hacia otro lado.

“Lo que hace Max es asombroso. Todavía se está adaptando al coche y cree que puede frenar más tarde. En la cronometrada llevó a Daniel [Ricciardo] al límite. Es increíble lo mucho que se asemeja a Sebastian en su forma de trabajar y de conducir. Da hasta miedo”, aseguraba a EL PAÍS un ingeniero de la estructura energética, un par de horas antes de que los semáforos se apagaran. “No tengo ni idea de la progresión que puede llegar a tener. Él considera que puede frenar más tarde y que eso puede darle hasta tres décimas más”, añade esta voz autorizada, capital a la hora de guiar al chico desde el arranque hasta la bandera de cuadros.

Con los dos Mercedes fuera de combate, todo parecía dispuesto para que fuera Ricciardo quien lograra romper la hegemonía de la marca de la estrella, que hasta entonces acumulaba 10 triunfos consecutivos. Sin embargo, la tropa de Milton Keynes decidió jugar al ataque tras el primer cambio de gomas –retrasó su entrada para tratar de ahorrarse una última parada–, y la maniobra salió redonda gracias al estratosférico talento de Mad Max, que en todo momento tuvo la situación bajo control. Ni los arrumacos de Kimi Raikkonen durante el último cuarto de las vueltas le provocaron la más mínima tiritona, y tampoco el miedo a quedarse sin gomas le hizo perder el foco. En una especialidad como esta es muy fácil meter la pata y más aún si tu estrategia es a la contra. Ocurre, sin embargo, que la presión le resbala a Verstappen, quien manejó a su antojo el pelotón sin vacilar y hasta convertirse en el primer holandés en imponerse en un gran premio.

“Cuando he visto que rodaba líder no me lo podía creer”, reconoció el chaval, escudado por Raikkonen (el segundo) y por Sebastian Vettel (el tercero), a quien progresivamente le ha ido arrebatando todos los récords de precocidad. El holandés pasa a ser ahora el más joven en ganar, en debutar (17 años, cinco meses y 15 días), en puntuar (17 años, cinco meses y 29 días) y en subirse al podio (18 años, siete meses y 15 días). “Los récords existen para romperlos. Está claro que me hizo mucha ilusión conseguir mi primera victoria, pero no piensas en la edad que tienes, eso da igual”, convino Vettel. “Estaba claro. Era una cuestión de tiempo. No hay tiempo que perder. ¡Muy merecido Max!”, colgaba en Twitter Xevi Pujolar, el que hasta hace dos semanas era su ingeniero de pista en Toro Rosso.

Carlos Sainz, por su parte, llegó a rodar el tercero hasta que las carencias de su Toro Rosso tomaron cuerpo al ser alcanzado por los Ferrari. El madrileño finalizó el sexto, su mejor resultado en la F-1 hasta la fecha. Fernando Alonso, por su parte, volvió a sufrir la fragilidad de su McLaren y se vio obligado a abandonar (vuelta 46). “Me quedé sin potencia. Fue una pena porque sin los Mercedes era una buena oportunidad para puntuar”, convino Alonso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_