Alonso mira por el retrovisor

Nada más terminar el séptimo en Mónaco, donde arrancó sexto, Fernando Alonso quiso hacer una valoración del fin de semana en 140 caracteres, y adelantándose a las críticas que podían tildar su actuación de conservadora, tiró de ironía en su cuenta de Twitter. “Ahora evitar tener accidentes puede ser una cosa mala. Un gran premio sin buen ritmo. En Canadá, volver al mejor nivel. Puntos importantes hoy”, tuiteó desde su cuenta personal. El resultado aún podría haber sido peor, de no ser por el topetazo entre Checo Pérez y Kimi Raikkonen, que tuvo como consecuencias el abandono del mexicano y el pinchazo del finlandés.

No fue extraño que Alonso quisiera pasar página lo antes posible y mirar hacia Montreal, donde este domingo se celebra la séptima parada del calendario. En las calles de Montecarlo nunca se encontró a gusto al volante del F138, que ofreció su versión más perezosa hasta el momento. Por eso prefirió no arriesgarse en ninguna maniobra comprometida y planteó la carrera a la defensiva, centrándose básicamente en evitar cualquier incidente que pudiera dejarle fuera de combate. Esa actitud fue visible en varios lances, como el adelantamiento que le hizo Checo Pérez (vuelta 45), o el de Adrian Sutil (57). Sin contar accidentes y problemas técnicos, hacía casi un año que el español no cruzaba la meta más retrasado que la posición que ocupó en la arrancada, aunque entonces (Gran Bretaña) salió desde la pole y concluyó el segundo.

Como ha reconocido varias veces, Alonso considera que por primera vez desde que viste de rojo conduce un bólido capaz de medirse en corto con los más rápidos. En cambio, se encuentra a 29 puntos del líder, un margen solo superado por los 74 que le separaban de Sebastian Vettel en 2011. El curso pasado llegó a Canadá al frente de la tabla, con tres puntos más que el alemán, mientras que en 2010 lo hizo solo con tres menos que el de Red Bull. La punta de lanza de La Rossa, que ha perdido dos de los tres últimos títulos en el último resuello, no quiere que la historia se repita, y es aquí donde adquiere sentido la hoja de ruta que siguió en Mónaco. “Cuando luchas por la posición con gente que tiene dos o tres puntos en la clasificación, eso supone un riesgo. Pero nosotros vamos a por el Mundial, y eso te lleva a mirar por el retrovisor si alguien te quiere adelantar”, convino aquel mismo día. “Normalmente”, completaba ayer ya en Montreal, “los domingos mejoramos nuestro rendimiento y esta vez no lo hicimos. O sea, que nos defendimos como pudimos”.

De alguna manera, esta estrategia se asemeja bastante a la que Dani Pedrosa emplea en el Mundial de MotoGP. El catalán comenzó el pasado ejercicio con una obsesión: no caerse para evitar esas lesiones que le martirizan desde que compite con las motos pesadas. Esta temporada, Pedrosa ha conseguido ir escalando hasta hacerse con la batuta (posee 12 puntos de ventaja sobre Jorge Lorenzo), sin salirse en ningún momento de las guías establecidas, esas que también delimitan la senda del ovetense: ir a por todas cuando considera que tiene opciones reales de ganar o subirse al podio, y limitar al máximo los daños en los escenarios menos propicios y más peligrosos, caso de Mónaco, donde jugársela puede llevarle a uno a estamparse contra el muro.

Aunque Fernando Alonso haya empleado a menudo Twitter para ensalzar las hazañas del joven y atrevido Marc Márquez, su método para tratar de conquistar la corona se parece mucho más a la de su compañero en Honda.