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El Barça priorizó el espacio antes que el balón

Luis Enrique revolucionó la táctica en Butarque con un 3-4-3 que debilitó el control a cambio de fortalecer las contras

Jordi Quixano
Luis Enrique y Piqué, en Butarque.
Luis Enrique y Piqué, en Butarque.Paul White (AP)

Luis Enrique dice y hace la suya desde siempre y contra el Leganés demostró ser de nuevo un técnico intervencionista, un entrenador que se resiste a la teoría que defiende que si algo funciona no se toca. Ya advirtió en la previa que se esperaba un rival osado, un contrincante que ejecutara el acoso alto. Y desde esa premisa fundamentó todas sus decisiones, que al inicio sorprendieron pero que tras el pitido inicial cogieron color y forma. Inquietó que descansara Busquets —jugador al que señaló horas antes que rotaría menos por la composición de la plantilla— y que su sustituto no fuera Sergi Roberto ni Mascherano, pero se entendió al entregar la alineación, sin un mediocentro sobre el césped.

“Apenas hay carga de trabajo esta tarde, más bien hay que dar los impulsos tácticos”, siseó en la rueda de prensa previa al partido. La idea era recuperar ese sistema táctico tan cruyffista, el 3-4-3. Aunque en la práctica se pareció poco porque no buscaba lo mismo que Johan, obsesionado con triplicar las opciones de pase en el campo, ni tampoco lo que acentuó Pep Guardiola años después (en la temporada 2011-2012), cuando en la Liga también jugó en 16 ocasiones con una línea de tres en defensa. Más bien, Luis Enrique quería lo contrario, quería el caos, un duelo de idas y venidas que subrayara a sus puntas.

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Guardiola, convencido de que el fútbol pertenece a los medios, restó una pieza en la defensa para poblar la medular y así acumular la posesión. Luis Enrique, frente al Leganés, utilizó el mismo dibujo pero para hacer lo contrario. Intuía —y acertó— que el adversario le acosaría en campo ajeno y decidió partir a su equipo para hacer daño a la contra. “En partidos así, en que el rival te presiona arriba y concede espacios, la posesión me importa poco, busco los espacios”, reveló tras el encuentro. Piqué se sumó: “Dejaron mucho espacio atrás y nosotros con los que tenemos arriba lo hemos aprovechado”.

Aunque atrás no fue todo tan sencillo porque mientras Alba reculaba unos pasos para retomar en la fase defensiva la línea de cuatro, Mascherano se encargaba de actuar de lateral derecho improvisado, una posición en la que chirrió a lo grande. Tampoco tuvo demasiadas ayudas de Rafinha, seguramente porque así lo exigía el planteamiento de Luis Enrique, que le encargó de cubrir todo el carril derecho en ataque porque Messi tiraba hacia dentro para mezclar con Luis Suárez y lograr superioridades ofensivas en los contragolpes, bien acompañados por Neymar desde el costado izquierdo. Y se dieron muchas porque a cada ocasión que fallaba la presión rival o el Barça salía airoso desde la raíz o conseguía crear peligro.

Primero fue Luis Suárez el que dribló por la derecha y al llegar a la altura del área cedió el cuero a Messi —también se la pudo entregar a Neymar, como ejemplo de esas superioridades—, que la empujó a gol. Tras robo y contra, Messi le devolvió el caramelo a Suárez. Y en un calco, el tercero cayó de idéntica manera, con Suárez de asistente y Neymar de goleador. “¡Toma!”, festejaba a cada ocasión el entrenador azulgrana al tiempo que alzaba los brazos. “Hemos buscado esos uno contra uno en ataque y, con los tres que tenemos arriba, hemos generado muchas situaciones de gol”, resolvió tras el duelo Luis Enrique.

La propuesta, aunque efectiva, restaba protagonismo y sobre todo exigía sacrificio a los dos medios, que corrían de un lado para otro sin apenas ser frontera del juego, después cambiados para dosificar esfuerzos. Iniesta solo dio 34 pases y Rakitic se quedó en 26, lejos de los 100 y 62 que realizaron André Gomes y el propio Iniesta en el último encuentro ante el Celtic. Así, en Butarque no había pausa y la media apenas tuvo incidencia en el juego, pero sí que restaron líneas de pase en defensa y se emplearon a fondo en la instrucción de entregar el esférico de forma inmediata tras el robo. Se trataba de golpear a la carrera. Jauja y reino para los tres delanteros del Barça, que con espacios —por la presión rival adelantada— y con superioridades —por la velocidad y precisión del pase— desmontaron la gallardía del Leganés para felicidad de Luis Enrique y su apuesta.

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