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Nadal se refugia en el triunfo

El español supera a Verdasco (6-0 y 7-6) y se cita en los octavos de Indian Wells con el joven Zverev

Alejandro Ciriza
Nadal devuelve la pelota contra Verdasco.
Nadal devuelve la pelota contra Verdasco.Mark J. Terrill (AP)

Durante los primeros 27 minutos, lo que duró el primer parcial, no hubo dudas, pero otra cosa fueron los 74 siguientes, los que transcurrieron hasta desembocar en el definitivo 6-0 y 7-6 (en una hora y 41 minutos) a favor de Rafael Nadal. El número cinco comenzó como un torbellino, dio después vidilla a Fernando Verdasco y al final, entre sudores fríos y con esa dosis de épica que tanto se echaba en falta y que endulza su tenis, logró cerrar su pase a los octavos de final del Masters 1.000 de Indian Wells, en los que se medirá al alemán Alexander Zverev (doble 6-2 a Gilles Simon).

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Conviene rescatar primero el desenlace del pulso, resuelto con un tie-break ciclotímico en el que la moneda pareció caer primero de un lado, después del otro y por momentos de canto. En esa franja (11-9 para Nadal), el madrileño dispuso de hasta cinco ocasiones para adjudicarse el set e igualar el partido, pero por una razón u otra –exceso de ímpetu, las respuestas del balear y una doble falta con 9-9 en el electrónico, cuando a algunos les venía ya a la cabeza el último precedente entre ambos, el pasado mes de enero en Australia–, no lo consiguió sellar Verdasco.

Salió airoso Nadal, que en una circunstancia difícil (con el affaire Bachelot en el subconsciente) logró abstraerse y firmó una meritoria victoria, frente a un adversario que le había derribado en tres de los últimos cuatro cruces (15-3 en el histórico) y que últimamente le carcome la moral. Recurrió el de Manacor a su instinto de supervivencia, al chasis mental que esta vez sí le protegió; a ese vintage Nadal que le reclamaba un espectador. Mejoró con respecto a las últimas actuaciones, con un paso más de decisión e iniciativa; pegó más fuerte y mejor, se movió con más naturalidad y restó con mucha más intención de hacer daño (5/8 en opciones de quiebre).

Murray, número dos, cae ante Delbonis (6-4, 4-6 y 7-6), y Feliciano apea a Bautista (7-6, 6-7 y 6-4)

Si la primera manga se resolvió en un tris (la última vez que cerró una a cero fue en Roland Garros 2014, contra Robby Ginepri), la segunda partió del descontrol. Hasta el quinto juego, cuando atinó Nadal, ninguno había sido capaz de defender su servicio. Hurgando en el revés de Verdasco (al final, 38 errores no forzados y ocho penalizaciones con el saque), se posicionó el balear en una situación de privilegio, 5-4 y 30/30 en el marcador; esto es, a solo dos puntos del triunfo. Sin embargo, el madrileño se revolvió hasta derivar en un desempate salvaje y emocional, tenso y alternativo. Y ahí, entre la marejada y el calor de Palms Springs (32º), emergió el Nadal de hierro.

Keep calm and Vamos Rafa (mantén la calma), rezaba una pancarta en la grada. Tras una semana de zozobra, encontró en el triunfo el mejor aislante, el refugio idóneo. Se las verá ahora el español, por primera vez, con el joven Alexander Zverev, llamado a hacer cosas importantes en un futuro. El alemán (Hamburgo, 18 años y 189 centímetros de elasticidad) apeó en su presentación al búlgaro Grigor Dimitrov y ayer continuó con el francés Simon, dos jugadores más que bregados en el circuito. Cayó también, sorpresa mayúscula, el escocés Andy Murray (6-4, 4-6 y 7-6 con Federico Delbonis), mientras que Feliciano López eliminó a Roberto Bautista (7-6, 6-7 y 6-4).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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